El hotel Vincci La Rabida es un cuatro estrellas en una mansión del siglo XVIII perfectamente conservada. Te queda a mano de todo. Puedes ir andando hasta la Catedral de Sevilla y la Giralda también te queda muy cerca. Nosotros veíamos la Giralda desde la ventana de nuestra habitación.
Fueron muy amables con nosotros. Nos habían reservado una habitación de matrimonio que a mí no me gustó cuando vi la cama con dosel. Yo no podía dormir en aquello. Se lo dije y nos la cambiaron por otra habitación también con una gran cama de matrimonio, pero sin aquella tela horrible que a mí me daba claustrofobia con sólo mirarla.
La habitación era amplia. Tenía suelos de baldosa y una decoración entre lo clásico y lo antiguo. Me gustó bastante, sobe todo con las preciosas vistas que había desde la ventana.
Menos me gustó el cuarto de baño. Era de estilo más antiguo que nuestra habitación. Tenía una bañera que me llamó la atención por sus formas de bañera de otros tiempos, aunque se veía comprada recientemente. Nos dejaron unos buenos toallones blancos, artículos de aseo en abundancia y un secador de pelo bien sujeto a la pared.
También me gustó mucho el patio interior del hotel. Lo tenía muy cuidado, todo bien pintado, las sillas y mesas de forja cuidadas, la zona ajardinada estupenda. Había hasta una gran palmera. Los pasillos de las habitaciones daban a ese patio interior de forma rectangular.
El desayuno fue un buffet muy pensado para todos. Nos comentaron que si teníamos problemas de alimentación, nos podían preparar algo que fuera para celíacos o para los intolerantes a la lactosa. Todo un detalle por su parte.
Os recomiendo este hotel. Está en pleno casco histórico de Sevilla. Te queda a una caminata corta de todo lo que tiene interés turístico.
Fueron muy amables con nosotros. Nos habían reservado una habitación de matrimonio que a mí no me gustó cuando vi la cama con dosel. Yo no podía dormir en aquello. Se lo dije y nos la cambiaron por otra habitación también con una gran cama de matrimonio, pero sin aquella tela horrible que a mí me daba claustrofobia con sólo mirarla.
La habitación era amplia. Tenía suelos de baldosa y una decoración entre lo clásico y lo antiguo. Me gustó bastante, sobe todo con las preciosas vistas que había desde la ventana.
Menos me gustó el cuarto de baño. Era de estilo más antiguo que nuestra habitación. Tenía una bañera que me llamó la atención por sus formas de bañera de otros tiempos, aunque se veía comprada recientemente. Nos dejaron unos buenos toallones blancos, artículos de aseo en abundancia y un secador de pelo bien sujeto a la pared.
También me gustó mucho el patio interior del hotel. Lo tenía muy cuidado, todo bien pintado, las sillas y mesas de forja cuidadas, la zona ajardinada estupenda. Había hasta una gran palmera. Los pasillos de las habitaciones daban a ese patio interior de forma rectangular.
El desayuno fue un buffet muy pensado para todos. Nos comentaron que si teníamos problemas de alimentación, nos podían preparar algo que fuera para celíacos o para los intolerantes a la lactosa. Todo un detalle por su parte.
Os recomiendo este hotel. Está en pleno casco histórico de Sevilla. Te queda a una caminata corta de todo lo que tiene interés turístico.
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