Me gusta París, sobre todo los distritos más tranquilos de la capital de Francia, pero siempre acabo en la zona turística, bien porque mi marido se empeña en hacer turismo cultural, bien porque voy con alguna amiga con los mismos de deseos de turismo de monumentos. En esta zona repleta de turistas tengo uno de mis restaurantes favoritos: el Girafe en París.
Es un restaurante con unas preciosas vistas a la torre Eiffel. De día es un placer comer mirando la torre más famosa de Francia. De noche el placer es doble. Te sientes romántica, sobre todo si vas con tu amorcito. Yo me he vuelto a enamorar de mi santo varias veces cenando en el Girafe. Por eso siempre quiere ir. No le importa lo caro que es.
Ya te imaginas el precio cuando entras y ves las mesas con blanquísimos manteles, servilletas de tela de gran tamaño, las copas y los vasos sin ralladuras de los lavavajillas. Deben fregotear a mano la cubertería y la vajilla. La cubertería la ves impecable.
Os recomiendo este restaurante. En el Girafe en Paris hay platos para vegetarianos. Puedes ir a comer aunque estés a dieta. Además, de la comida francesa de toda la vida, tienes ese atún con ensalada que me comí la última vez que estuvimos que estaba más rico que el que me prepara mi suegra en su casa cuando quiere agradarme. Me encanta el atún con lechugita.
Los platos tienen una presentación cuidada. Eso redunda en una cantidad un tanto reducida. No esperes platos llenos como en la casa de una abuela. Son platos en los que los gramos de los alimentos están contados para que no pases hambre sin darte un atracón por mucho que te guste la comida.
Lo que me decepcionó un poco la última vez que estuvimos fue ver un par de perros en los brazos de sus dueños en la terraza. No ladraban, pero daban un poco de asquito. A mí no me gusta comer rodeada de animales domésticos. Deberían tener zonas reservadas para clientes que no queremos compartir estancia con los animales.
En todo caso, volveré. Sólo por las vistas que hay desde la terraza y por el postre hay que regresar. Los crêpes son deliciosos.
Es un restaurante con unas preciosas vistas a la torre Eiffel. De día es un placer comer mirando la torre más famosa de Francia. De noche el placer es doble. Te sientes romántica, sobre todo si vas con tu amorcito. Yo me he vuelto a enamorar de mi santo varias veces cenando en el Girafe. Por eso siempre quiere ir. No le importa lo caro que es.
Ya te imaginas el precio cuando entras y ves las mesas con blanquísimos manteles, servilletas de tela de gran tamaño, las copas y los vasos sin ralladuras de los lavavajillas. Deben fregotear a mano la cubertería y la vajilla. La cubertería la ves impecable.
Os recomiendo este restaurante. En el Girafe en Paris hay platos para vegetarianos. Puedes ir a comer aunque estés a dieta. Además, de la comida francesa de toda la vida, tienes ese atún con ensalada que me comí la última vez que estuvimos que estaba más rico que el que me prepara mi suegra en su casa cuando quiere agradarme. Me encanta el atún con lechugita.
Los platos tienen una presentación cuidada. Eso redunda en una cantidad un tanto reducida. No esperes platos llenos como en la casa de una abuela. Son platos en los que los gramos de los alimentos están contados para que no pases hambre sin darte un atracón por mucho que te guste la comida.
Lo que me decepcionó un poco la última vez que estuvimos fue ver un par de perros en los brazos de sus dueños en la terraza. No ladraban, pero daban un poco de asquito. A mí no me gusta comer rodeada de animales domésticos. Deberían tener zonas reservadas para clientes que no queremos compartir estancia con los animales.
En todo caso, volveré. Sólo por las vistas que hay desde la terraza y por el postre hay que regresar. Los crêpes son deliciosos.
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