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martes, 1 de febrero de 2022

Comidas que me hacen feliz



1

Las Galletas María Gullón Ligera sin sal y sin azúcar se están abriendo hueco en nuestros desayunos. Todo lo que no engorda es bien recibido en mi mesa. Además, no las encuentras nada sosas. Los edulcorantes sustituyen muy bien el azúcar que no le añaden. Tal vez demasiado bien. Hubiera sido mejor que Gullón nos ofreciera en su caja verde unas galletas sin nada de azúcar y sin nada de edulcorante.

De momento hay que contentarse con lo que hay en los lineales de los supermercados. La alternativa es ponerse el delantal y hacer galletas como las hacían nuestras abuelas. Me gustaría, pero no tengo tiempo para tanto. Soy una mamá trabajadora fuera de casa.

Yo empecé a comprar estas galletas por mi suegra. La pobre tiene la tensión algo alta a veces. Las Galletas María Gullón son una fuente de potasio y el potasio mantiene la tensión perfecta. Su contenido en fibra también es elevado.

Os recomiendo estas galletas. Las Galletas María Gullón sin azúcares añadidos y sin sal son perfectas para los desayunos de una familia que quiere cuidar su salud. No engordan nada. Su sabor es prácticamente igual al de las galletas María de toda la vida. Mi marido dice que no tienen la misma gracia. Yo no les encuentro mucha diferencia. Debe ser que tengo el paladar acostumbrado.

Igual que las galletas María clásica son redonditas. Lo que no es igual es el precio. Cuesta la caja de 600 gramos 2,20 euros. Incluso puede que la encuentres a vender más cara. Hay que estar al tanto de las ofertas en los supermercados para ahorrar unos céntimos que vienen bien para comprar otro producto.

El envasado es perfecto. Dentro de la caja vienen envases de plástico en torres, como dice mi suegra. La caja de color verde es inconfundible. Nunca te equivocas al echarle mano. Tampoco te equivocas en casa. Las galletas de la caja bonita, como las llama mi niña pequeña, se nos acaban pronto.



2

El Flan con Azúcar y Caramelo Royal es un clásico. Mi madre hacía flanes Royal cuando yo era pequeña. A mí me salen casi tan buenos los flanes Royal como a mi progenitora. Son muy fáciles de hacer.

Lo venden en envases de 186 gramos. Tienes para ocho raciones. Incluso para más porque no debes comer mucho flan. Es puro azúcar. En el envase te viene el caramelo listo para poner.

Este flan fue subiendo de precio. Te sale la unidad a 1,40 euros. Yo suelo comprarlo cuando está de oferta. Lo compré la última vez en una oferta de la segunda unidad a mitad de precio, es decir, a 0,70. Aproveché para coger seis unidades. No se pierde. Es un postre que gusta a todos y, si lo tienes en casa, puedes preprararlo en cualquier momento.

Os recomiendo el Flan con azúcar y caramelo Royal. Poco o nada tiene que envidiar en sabor a los flanes de la competencia. Royal es una marca con prestigio en productos de repostería. ¿Quién no ha utilizado las levaduras Royal? En flanes no queda atrás.

Lo único que mejoraría en el Flan con azúcar y caramelo Royal es la cantidad de azúcar. Lo encuentro un poquito dulzón. Incluso sería interesante que Royal sacara un flan sin azúcares añadidos. Las personas que evitamos consumir excesos de azúcares lo compraríamos encantadas.

El envasado es bonito. Invita a comprar el producto. Ves la imagen de un flan perfecto, con su caramelo por encima. Te reta a hacer un flan igual. Yo lo consigo siempre. Tengo muy buena mano para los flanes. Incluso consigo que la textura del flan sea más suave que el flan que prepara mi suegra. El de mi madre, en cambio, sale muy parecido al mío.




3

Pepita y grano es una tienda en la que no pensaba comprar. Vende garbanzos, habas y otros productos similares a granel. Es una franquicia de tiendas a granel inspirada en tiendas exitosas en oros países de la Unión Europea. Su meta es llevarnos al consumo sostenible. Por supuesto, no hay nada de plástico en la tienda. Entras y ves los granos colocados en cajas y en saquitos de tela. Parece que volvemos a tiempos de nuestros bisabuelos.

Empecé a ser clienta de Pepita y grano gracias a mi suegra. La madre de mi marido es muy tacaña. Por eso en Pepita y grano se siente en su salsa. Puede comprar cantidades pequeñas. La he visto comprar doscientos gramos de habas para hacer un caldo. En el supermercado tienes que comprar un paquete de un kilo.

Las tiendas de Pepita y grano están en locales con pasillos amplios, colocación de productos perfecta e iluminación ideal. En diseño no recuerdan a las viejas tiendas de barrio que solían ser más bien oscuras. Son locales de unos 65 metros cuadrados como mínimo. Todos están situados a pie de calle. Yo no encontré nunca ninguna tienda de Pepita y Grano en una galería comercial.

Os recomiendo Pepita y grano. Venden alimentos sin colorantes y conservantes. Son alimentos reales, sanos. Incluso te ayudan a comer sano con sus cursos y talleres. Las tiendas de Pepita y grano hacen mucha sinergia en los barrios. Claro que depende también de los dueños. Pero los dueños suelen ser personas jóvenes. La tienda que tienen en mi barrio la llevan una parejita con una niña pequeña. Son majísimos. A mí me están convirtiendo en una compradora a granel convencida. Estoy ahorrando con la compra de pequeñas cantidades.

¿Qué les compro? Un poco de todo, sobre todo productos que me llaman la atención: lentejitas rojas, arroz ahumado, pasta de trigo sarraceno,... Compraría más si no tuvieran los precios tan elevados. Pagar la alubia verdina a 17,95 euros el kilo es mucho pagar. El cordero lechal va al mismo precio en la carnicería de mi barrio.

También deberían mejorar su tarjeta de regalo. Sólo vale para hacer compras online y encima no para pagar todo el producto. Con la tarjeta accedes a vales de descuento. Debería valer para comprar porque la dichosa tarjeta de regalo cuesta 25 euros.

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